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martes, 9 de octubre de 2007

Kitin y el chocolate Nogueroles


En los listados de series de Manuel Vázquez en el Atlas de la cultura popular de Jesús Cuadrado, aparece un personaje llamado Kitin Nogueroles, fechado en 1962 y publicado en la segunda época de Tío Vivo.


En realidad se trata de una tira publicitaria para el chocolate Nogueroles, que dibujó Vázquez a lo largo del año 1962. A semejanza de otras series del mismo cuño (Kinito, D. Pedrito, Uhu, todas de Ibáñez) se pone en viñetas a la mascota del producto, en este caso Kitin, con un diseño muy peculiar. Pero, a diferencia de los ejemplos mencionados, donde se construyen verdaderas historietas, aqui la limitación de espacio no permite grandes alardes ni deja hueco a la creatividad de su autor, que se limita a cumplir el encargo con profesionalidad.


Las dos tiras se publicaron en los números 72 y 77 de la segunda época de Tío Vivo, en julio y agosto de ese año, mientras que la doble tira apareció en el nº 57, obra de un dibujante sin acreditar.

3 comentarios:

Carlos De Gregorio dijo...

Hay que ver qué feo era el condenado del Kitín Nogueroles. El año pasado los Burgomaestres dedicaron una entrada a este personaje y nos mostraron cómo Ibáñez se esforzó en convertirlo en un personaje más atractivo. Nos enseñan también otra tira de Vázquez y nos dan la pista de que el dibujante desconocido de la primera historieta puede ser un tal Ganzón:
http://ladyfilstrup.blogspot.com/2006/09/dos-rarezas-de-ibez-y-tambin-una-de.html

¿Queréis ver a Kitín Nogueroles en dibujos (poco) animados? Mirad aquí:
http://www.youtube.com/watch?v=vdsIAxwkCyI

Mortadelón dijo...

El Kitín de los dibujos animados tiene mejor pinta.
Siempre me pregunté si estas publicidades se las imponía a los dibujantes por parte de la editorial, o venía impuesta por la casa contratadora. O eran los dibujantes los que vedían trabajo extra para aumentar sus ganancias, que todo puede ser.
Saludos.

Carlos De Gregorio dijo...

Fuera de quien fuese la idea, todos salían ganando. El dibujante sacaba un dinerillo extra, la editorial cobraba por insertar publicidad en sus páginas, y la empresa tenía una publicidad de lujo realizada por un dibujante de la propia plantilla del tebeo.