Es sabido que Manuel Vázquez tuvo ausencias inexplicables en la editorial en cierto periodo alrededor de 1960. Julia Galán relata que en el informe semanal que se le remitía al director había un apartado específico dedicado a Vázquez. Y las páginas que el autor no había entregado debían ser realizadas por algún dibujante de la redacción.
Pese a que junto a la cabecera aparezca la firma de Vázquez en alguna ocasión, todas estas muestras están hechas por otro dibujante, que dejó su impronta en las viñetas y por toda firma una enigmática x. ¿De quién se trata?
Pese al intento nada desdeñable de imitar el estilo y las peripecias de personajes ya clásicos, pese a sus coincidencias en el tono un tanto absurdo de la anécdota, el misterioso x se delata. Su dibujo habla por él. Sus tics característicos, el gracejo natural y la simpatía que derrochan sus monigotes nos desvelan que el autor no es otro que Gustavo Martz-Schmidt, otro veterano de la casa, autor de personajes pequeños y barbados enfrentados a orondos oponentes en sus respectivas series.
El pluriempleo de Schmidt debió de causarle algún trastorno en su producción y quizá en algún momento también tuvo que echar mano de sustitutos para sus series. Aquí hemos pillado in fraganti a García Lorente dibujando a Prudencio en su lugar.
4 comentarios:
¡Qué descubrimiento! Chapeau, Mr. Migsoto. El caso es que al ver la primera viñeta del trozo de historieta de Cebolleta me había parecido de Segura, pero al ver la de las hermanas Gilda se aprecia con claridad la pluma de Schmidt.
Menudas revoluciones debían formarse en Bruguera cuando se ausentara Vázquez: reparto de series del maestro, y otros para dibujar las series del otro (vaya lío)
Gracias, Gordito. Como este, debe haber más ejemplos, lo que pasa es que están enterrados entre cientos de publicaciones clásicas, la mayoría de las cuales, por desgracia, no tenemos... aunque por otra parte nos sirve de aliciente para seguir indagando a la caza de perlas como estas.
¡Qué fino hilas, Migsoto!
Una vez que lo has dicho, fijándome mucho puedo llegar a ver lejanamente la mano de Schmidt, pero me quito el sombrero ante cómo puedes haber llegado a esa conclusión, en la que no había reparado.
No se si será la costumbre o qué, Chespiro, pero verlo y reconocer a Schmidt es todo uno. Tiene un estilo muy característico que se nota en cada uno de los detalles (posición de las manos, sonrisas, gestos, la decoración -el dibujo de las cortinas...- etc) y además en las anécdotas y recursos que utiliza para construir las historietas -fijate en la pagina de cebolleta,la interacción de autor y personajes-, por no hablar del tono absurdo tan peculiar que exhibía el maestro.
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