Don isótopo nace en una época de reajustes en el Pulgarcito, motivada por la “fuga de cerebros” que deciden probar fortuna por su cuenta con Tío Vivo, en el año 1957.
Siguen los clásicos Nadal (Pascual y Don Folio), Jorge (Doña Urraca y Don Pancho), Martz Schmidt (Doctor Cataplasma, Sófocles), Escobar (Carpanta, Petra y Zipi y Zape), pero se ausentan las series de Conti (Carioco) Cifré (Vagancio, Reporter Tribulete) y Peñarroya (Don Pío y Gordito Relleno), aunque algunos de estos personajes volverán a aparecer esporádicamente a través de reediciones.
Pero es necesario llenar el hueco dejado por estos grandes profesionales, y para ello se procederá a la contratación de nuevos autores, ya fogueados en otras publicaciones de humor. A finales de 1957 entran Segura con Rigoberto Picaporte, Blas Sanchis (Margarito Celemín), Raf e Ibáñez, y en los primeros meses de 1958 se incorpora Nené Estivill con La terrible Fifí.
Los autores veteranos también producen nuevos personajes: Martz Schmidt crea a Troglodito y Vázquez presenta a Don Isótopo.
Don Isótopo es un señor a la antigua usanza, siempre vestido de negro, con pajarita, sombrero de copa y paraguas, sin más oficio conocido que deambular por la ciudad a la caza de algún desprevenido transeúnte al que prestar su ayuda. Su misión consistirá unas veces en entrenar a un joven enclenque, construirle una casa a un probo ciudadano, o a hacer de casamentero, rasgo común por cierto con Don Adelfo de Ibáñez que iniciará su andadura poco después en el Can Can.
La locuaz verborrea del hombrecillo le sirve para convencer a cualquiera de lo que se proponga, pero su actuación desastrosa agrava invariablemente la situación y es perseguido al final de cada historieta, según las reglas clásicas del humor. Pero Don Isótopo tiene una doble moral que le lleva en ocasiones a convertirse en un oportunista bajo su fachada de benefactor: en una página es capaz de convencer a un ciudadano de lo pernicioso que resulta el tabaco hasta conseguir que arroje su veguero a medio fumar, solo para recogerlo y fumarselo él, o, en otra ocasión, conseguir que otro peatón que acaba de encontrar un billete de mil lo done al primer pobre que encuentre, que resulta ser el propio Don isótopo disfrazado.
Don Isótopo desapareció pronto, ejerció su interinidad hasta que a los nuevos dibujantes se les concediera su propia serie. Raf había debutado en P 1387, de diciembre del 57, con la tira Rebrútez, y en enero de 1958, en P 1393 se le concede su serie a toda página, Doña Lío Portapartes, señora con malas artes, que es la sustituta oficial de este viejecito metomentodo.
En el número siguiente, como es sabido, aparecen Mortadelo y Filemón, primera serie de Ibáñez tras participar en las secciones A carcajada Limpia o ¡Fíjese que chistes! Ibáñez sustituye a la reedición de
Nunca sabremos con certeza si fue la coincidencia en la indumentaria de Mortadelo la que provocó la desaparición del personaje de Vázquez, en todo caso ahí queda
Don Isótopo (Pulgarcito, 1957) Manuel Vázquez (guión y dibujos) Reedición en Bruguelandia, DDT.
6 comentarios:
A este Don Isótopo le veo yo algo de continuación en el posterior Don Polillo
pues si, en efecto amigo gordito algo de eso hay, aunque Don Polillo tiene un punto más acusado de intransigencia e intolerancia.
Curiosamente, Vázquez renegaba de Don Polillo y lo consideraba (o al menos así lo decía) un personaje malísimo.
Vázquez tiraba por tierra a casi todos sus personajes, con excepción de Anacleto.
Y mira que tenía personajes para todos los gustos...
Los que más me gustan son Feliciano y Don Ángel Siseñor, pese a sus limitaciones.
Creo que Vázquez también reivindicaba su Tío Vázquez, lo cual es una forma de autorreivindicarse,claro.
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