Conti trabajó en Bruguera durante casi tres décadas, dejándonos personajes inolvidables (Apolino Taruguez, el loco Carioco, la vida adormilada de Morfeo Pérez, Don Eulalio, Mi tío Magdaleno…), textos de humor (las famosas Cartas de Sisenando Merluzo, desde la puebla del membrillo) y sobre todo, chistes, formato en el que llegó a especializarse y que constituyen el mejor ejemplo de su espontaneidad e inventiva. En no pocas ocasiones sacó de apuros a cualquiera de sus compañeros en la resolución de un pie de chiste o de algún final de historieta difícil, tal era su capacidad.
Toneladas de chistes salieron de su desbordante imaginación, no sólo los clásicos de compaginación en las diversas secciones de las revistas Bruguera (y en muchas otras, fue un autor muy prolífico), sino también con personajes titulares (de los que ya vimos algunos ejemplos en entradas anteriores, caso de Don Eulalio o Fortunato y su perro) , en la modalidad de chiste en dos o tres tiempos o en la clásica tira de cuatro viñetas. En cualquiera de estos formatos se sentía cómodo y resolvía las situaciones con envidiable soltura.
No hemos hallado referencia alguna a la publicación original de estas tiras anónimas, aunque por el estilo de dibujo pueden encuadrarse con facilidad a mediados-finales de la década de 1950, en la que su autor alcanza seguramente su mejor momento gráfico. Si en algún momento aparece una pista que permita deducir su publicación original, o su título caso de tenerlo, no duden que les informaremos cumplidamente.
2 comentarios:
Genial Conti. El del sello es buenísimo
De acuerdo, gordito. Esas tiras han estado conmigo desde mi infancia, cuando me compraban semanalmente los Trueno y Jabato color.
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